miércoles, 12 de marzo de 2008

De Lolitas y Lolones

En el mes de noviembre empecé a leer Lolita, de Vladimir Nabokov. Hacía años que quería leerlo, pero no fue hasta entonces cuando lo pillé ya por banda. Y me hace gracia, porque decir lolita es definir una conducta. Craso error: sólo hay que leer el libro para ver que no es tal cosa. Sino más bien casi lo contrario.

Es la degeneración del personaje por la generalidad, algo que ya denunció en su día el propio autor:

"Y es muy interesante plantearse como hacen ustedes el problema de la tonta degradación que el personaje de la nínfula que yo inventé en 1955 ha sufrido entre el gran público. No sólo la perversidad de la pobre criatura fue grotescamente exagerada sino el aspecto físico, la edad, todo fue modificado por ilustraciones en publicaciones extranjeras. Muchachas de 20 años o más (...) son llamadas nínfulas o "Lolitas" (...). Representan a una joven de contornos opulentos, como se decía antes, con melena rubia, imaginada por idiotas que jamás leyeron el libro. En realidad, Lolita es una niña de 12 años mientras que Mr. Humbert es un hombre maduro, y el abismo entre su edad y la de la niña produce el vacío entre ellos (...). En segundo lugar, la imaginación del triste sátiro convierte en criatura mágica a aquella colegiala americana tan trivial y normal. Fuera de la mirada maníaca de Mr. Humbert no hay nínfula. Lolita, la nínfula, sólo existe a través de la obsesión que destruye a Humbert. Éste es un aspecto esencial de un libro singular que ha sido falseado por una popularidad artificiosa".

De hecho, estamos a mes de marzo y ya colé tres libros entremedias. Vamos, que me está resultando un tanto tostón, lo siento mucho, y eso que ahora tengo tiempo para leer en el bus. Dicho queda.

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